
¡Cuidado con esta pantalla!
Este post está escrito desde un punto de vista en el que han habido problemas de relación con la comida. Es un aviso, una advertencia, de que lo que vas a encontrar aquí, no son las medidas idóneas para sanar esa relación. Son medidas tomadas desde el prisma de un trastorno por atracón y que no van a hacer que esto desaparezca. Lo primero que hay que hacer para no atiborrarse, es consultar con un profesional de la salud para intentar identificar el por qué de estos atracones, o ganas de atiborrarse.
A partir de aquí, lo único que pretendo, desde el máximo respeto, es poner tres herramientas que hagan que si estás persiguiendo un objetivo muy concreto, y tienes algún momento de debilidad, ese objetivo no se vaya al traste. Beber agua, elegir frutas y verduras, y no hacer un postre copioso, puede entrar dentro del sentido común en un contexto en el que no haya trastorno. Pero en un contexto en el que sí lo haya, no es lo más adecuado.
Tras esta reflexión, aquí va el desarrollo de la pantalla.
Nuevos tiempos para los mismos genes. Épocas de teletrabajo, o por el contrario de exceso de actividad para llegar a todo lo que nos exigimos. Cúmulos de emociones aparcados de cualquier manera en nuestro interior, sin saber muy bien cómo darles salida. Esto es un cóctel perfecto para que llegue la hora “H” y asaltes la nevera a mano armada.
¡Quiet@!
Ya hemos aceptado que nos vamos a poner hasta el culo de comida. No pasa nada. Existen formas de comer hasta saciarnos y que el aporte calórico no exceda en demasía las necesidades requeridas. Aquí te presento 3 sencillos pasos para afrontar una comida en la que sabes que vas a comer más de la cuenta.
Bebe agua

Un clásico. Todos con lo mismo… “Qué importante es beber agua”, ¿Verdad? Vamos por orden. Prueba a beber un par de vasos de agua (preferiblemente fría) antes de esa comida que en tu interior ya sabes que va a ser copiosa. El agua fría calmará tu sistema de recompensa haciendo creer por unos minutos que tu cuerpo está ingiriendo algún tipo de alimento. Ese tiempo que no estás ingiriendo, es tiempo que le ganas a la sensación de gula que puedas estar teniendo en ese momento.
Elige frutas y verduras

Esta todavía es más fácil. Después de los dos vasos de agua, ingiere fruta. Lo importante es que en una situación así, ingieras alimentos muy poco densos calóricamente, pero muy densos nutricionalmente. Es decir, alimentos que con pocas calorías te aporten muchos nutrientes. ¿Cuáles te vienen a la cabeza? ¡Eso es! Las frutas y las verduras. No te apures, no tienes que comerte una bolsa de espinacas crudas con la mano. Empieza por la fruta. Elige frutas muy acuosas. Del tipo melón, sandía, piña… No te apures con el azúcar. La fibra presente en ellas hará de barrera para que tu intestino no asimile el azúcar que puedan llevar. Sigue con las verduras. Cuando elijas el plato o menú que vas a ingerir, aumenta la cantidad de verduras que lleve. Si no lleva nada, ponle algo. Si lleva algo, ponle el doble. Las verduras son otra fuente increíble de vitaminas y minerales, además de aportarte fibra que, además de beneficiar a tu sistema digestivo, retrasará la aparición de hambre para comidas posteriores.
Evita el postre

Lo sé. Esta es la más complicada de todas. Estamos en el mismo equipo. Incluso a veces esa comida o cena es la excusa porque sabes que te vas a meter un postre que vas a recordar el resto de tu vida. Pero, créeme. Vas a tener muchas ocasiones para tomar un buen postre. Reserva esa ocasión para cuando sepas que lo vas a disfrutar conscientemente y sin ningún tipo de pavor o sentimiento de culpa por saber que estás comiendo un poquito más. Algo que ayuda a quitar las ganas de postre es comer comida real hasta saciar (ad libitum). En el menú que hayas escogido, añade las verduras de antes bien especiadas para darle un toque hasta que no quepan en el plato. Si aun así no consigues dar el paso, opta por un yogurt natural (vegetal a ser posible) con el topping de comida real que más te guste. Un ejemplo son los frutos rojos, o si ves que puedes controlar, un puñado de frutos secos. Nota: un puñado es coger los frutos secos y que puedas cerrar la mano, no que metas la mano en la bolsa como si fueras a sacar las bolas del sorteo de Navidad.
Seguramente no salgan estos tres pasos la primera vez que tengas ganas de comer en exceso. No pasa nada. Puedes empezar implementando uno. Empieza bebiendo agua, por ejemplo. O si te gusta mucho la fruta, elige la fruta. Es solo que, cuando se quiere implementar un cambio, sea del tipo que sea, normalmente se piensa en todo un cúmulo de cosas que pueden parecer demasiadas en un principio. De hecho, lo ideal sería que cuando llevaras esto a la práctica, lo hicieras de uno en uno. Es por esto que, tras la siguiente pantalla en la que hablaremos de la velocidad, te recomiendo seguir con la de: Pequeños cambios, grandes resultados.