Escribir una carta por correo ordinario y enviarla a alguien es algo que se ha perdido. Recuperar esa sensación es bien bonito. Si has nacido en este siglo y no la conoces, correo ordinario es dejar la carta en un buzón.
De hecho, voy a escribir este reto en primera persona, narrándote a ti, millenial de los 90, o generación Z, lo que significaba tiempo atrás escribir una carta por correo ordinario y enviarla a alguien.

Hoy en día, en la misma pantalla que estás leyendo esto, escribes un texto, le das a enviar, y en cuestión de segundos le llega al destinatario. Incluso puedes añadir la opción de avisarte cuando haya recibido/abierto el mail, archivo, o whatever que sea lo que envíes.
En cambio, unos años atrás (no tantos), no existía esta posibilidad. La opción que había era escribir a mano en un papel lo que tú quisieras, comprar un sobre, un sello, echarla en el buzón y esperar un tiempo prudencial a que la otra persona la recibiera. Si querías asegurarte que la recibía, se podía incluir un acuse de recibo que la otra persona firmaba y servía de garantía en la entrega. Hoy en día, para algunas cartas, esto todavía se usa.
La sensación de escribir una carta por correo ordinario y enviarla a alguien no se puede describir. El pensar qué vas a poner, intentar no equivocarse para no usar típex o que haya borrones, comprar el sobre y el sello, esperar a que llegue… No sé si es nostalgia, pero me apetece volver a retomarla.
Puedes aprovechar para felicitar un cumpleaños, las vacaciones de verano si estás en el hemisferio Norte, o las de invierno si estás en el Sur. Guardarte el reto para Navidad, o hacerlo ya, sin ningún motivo aparente. Simplemente por el hecho de volver a dedicarle tiempo a las personas.
Espero que te guste.
¡Te espero en el siguiente!